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“Una de las cosas más difíciles de ser arquitecto es sin lugar a duda desprenderse de la obra a la que tanta dedicación y esfuerzo se le imprimió. Es casi comparable a un hijo, al cual desde que nace se le da todo el amor y cariño posible sabiendo que algún día habrá de separarse y seguir su propio camino siendo un reflejo de los padres. Así mismo, en la arquitectura, desde la concepción de un proyecto se sabe que habrá de ser finalizado pasando a ser un reflejo de su autor y de su época perpetuando y transmitiendo inspiración a nuevas generaciones. Se puede decir que para un arquitecto hay pocas satisfacciones más grandes que regresar a su obra y contemplar cómo una familia la ha convertido en su hogar; cómo un empresario ve su sueño materializado y a su empresa crecer; apreciar cómo se transmite el arte a la sociedad en un museo o sala de conciertos; ver que una escuela se disfruta por los niños y maestros; o simplemente saber que su obra está llena de vida y cumplió las expectativas porque al final lo más importante, y se podría decir que la meta de la arquitectura, es satisfacer las necesidades del usuario ya que es el objetivo principal de este arte”

Arq. Saúl Lara

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